Sigo desde hace años el trabajo de Emilio González Sainz (Torrelavega, Cantabria, 1961). Sus interiores cargados de poesía; conchas, modelos de barcos, algas y cartas náuticas que remiten a las tardes de invierno, en casa, la lluvia, afuera y el canto de las aves, y sus paisajes evocadores.
Ese universo poblado de árboles y tocones, rías, cielos extrañamente azules y también riscos escarpados, armoniosos neveros y glaciares vistos por esos exploradores románticos que parecen haber escapado de los libros: catalejos, y calzas y levitas agitadas al viento.
“Yo digo que pintar –ha declarado alguna vez- , pintar paisajes, es el oficio más maravilloso del mundo. Porque pintar un paisaje es pasear y adentrarse en él mientras lo vas inventando”.
Propuse a Emilio hace unos meses que dibujara mi exlibris de este año, y llegó hace unas semanas en un sobre. Porque practica Emilio, todavía, ese arte en extinción de los papeles, los sobres y las tintas, los cartones y las cartas que llegan por correo.
Un sofá, con un libro posado, dejado ahí un instante. Lo que se tarda en atender una llamada, apenas, preparar un café, o asomarse un segundo a mirar por la ventana, descorriendo el visillo, presintiendo que llega una visita inesperada.
Un sofá con un libro sobre él, abierto. ¿Cómo nació la idea?
Este es el primer exlibris que he hecho en mi vida, así que tampoco tenía nada claro al empezar, más allá de que debía ser algo sencillo y fácilmente reproducible, con una sola tinta y pequeño para ponerlo en los libros.
La verdad es que ya antes de pedírmelo había hecho algunos dibujos a pluma, porque sabía que más tarde o más temprano me iba a tocar. Y esos primeros dibujos eran una idea muy distinta y también un estilo diferente a lo que al final ha terminado siendo: eran un trazo muy de línea clara donde ya aparecía el sofá, pero rodeado de cuadros y dibujos… La casa de un coleccionista, un poco tu casa, pero también la mía, en la que hay también un rincón para leer.
Y después cambiaste a la acuarela.
Sí, cuando me puse a trabajar este otoño, ya después de la petición formal, cogí un pincel y acuarela. Me gusta dibujar, incluso escribir con el pincel. No puedes hacer muchas filigranas pero ese grosor del trazo me gusta mucho. El resultado es siempre muy esencial, muy básico; y ahí surgió primero la silueta de una persona leyendo, y casi enseguida el sofá con el libro.
El sofá es un hallazgo, una imagen de impacto.
Es curioso porque hay quien interpreta que es un libro al primer golpe de vista, y quien tarda algo más en identificarlo. En realidad, es una mancha blanca, puede ser también un pájaro, una gaviota… Me gustó mucho según lo vi, es una imagen que tiene potencia, muy sugerente.
El texto también llama mucho la atención, no sólo el trazo sino la división aparentemente caprichosa de las letras.
Al ser el tuyo un apellido largo da pie, efectivamente, a jugar con las letras, agrupándolas de diferente manera, incluso incurriendo, como es el caso, en llamativas incorrecciones gramaticales.Y sí, sí me gusta hacer también del texto. Ya digo que este es el primer exlibris que hago, pero en los carteles intento siempre trabajar el texto, e integrarlo formalmente en la imagen.
Como sabes, cambio cada año de exlibris, y todos son siempre muy diferentes. Se diría que hay en cada uno de ellos una parte muy importante del artista.
Desde luego en este sí. El sofá con el libro es como yo entiendo la lectura. Como tantos otros aspectos que tienen que ver con mi pintura, trabajo con el mundo que conozco, que me gusta y que quiero. Me gustaba esa idea de hacer un exlibris donde apareciera ese universo lector, que es también mi mundo y el de otros muchos lectores.
Más sobre mis exlibris AQUÍ.
Y aquí abajo, el contacto con Emilio González Sainz que se ha animado a hacer exlibris por encargo.
Hola, soy Dr. Dickersson y me gusta lo que has publicado en tu blog, ojala tengas tiempo de checar algunos textos en mi blog que podrían gustarte.
Gracias,