Hoy he estado un rato viendo las estanterías de mi estudio. Me gusta, de vez en cuando, colocarme delante y recorrer los lomos de los libros; los ya leídos y los pendientes de lectura, y los que -no sabemos cuáles- ya nunca vamos a leer.
Siempre me han gustado los cachivaches, las fotos, las viejas postales y adornos en los estantes. Esos viejos tipos de imprenta, ante la colección de Reino de Redonda, y el perfil inconfundible, engañosamente amigable, de Cernuda, en un estarcido de mi amigo Damián Flores.
Aquí, un fósil de madera, xilópalo se llama, dos tinteros, y a la izquierda dos fragmentos de viejas chimeneas de barro que me traje, no sé por qué, de Palermo. Detrás, algunos tomos de la colección Obra fundamental -Juan Larrea, Champourcín, Caballero- y la Historia de Ruedo Ibérico de José Martínez.
En esta balda, algunos tomos más de Obra Fundamental, los diarios de Barral y, delante, un dibujo que compré en El Rastro, hace años, un viejo abecedario, un barco en una botella y el tarjetón de una exposición de mi amigo Eduardo Arroyo, que me dedicó y me firmó.
Y aquí, la biografías de Perec y Roald Dhal, dos de mis escritores favoritos, los tres tomos de Pino y, arriba, Octavio Paz, Blanco, detrás de la foto, fantástica, que me hizo Karina Beltrán.
También se ve por ahí Dios lo ve, el libro de Oscar Tusquets que me gustó tanto leer y que tanto he, después, recomendado.
Y en esta, borrosa, una vieja carta enmarcada de Ramón, escrita en Buenos Aires en 1958. Tengo alguna cosa suya más; alguna dedicatoria, escrita en letra roja y aquella letra suya inconfundibla, enorme y siempre llena de adjetivos; el Ramón de la cara de mazapán, como alguien dijo de él, y la pipa.
Aquí, una foto de Pessoa en la que sujeta, escrupuloso una F, un troquel de mi amigo César Fernández Arias junto a una foto enmarcada de Transtromer, el nobel sueco, delante de algún tomo de las obras completas de Delibes, de Aayala, y de Carmen Martín Gaite. Todo muy ordenado, como se ve. Impoluto.
Es lo que tienen las bibliotecas.
Me encanta este paseo por tu biblioteca. Una delicia el como está contado.
Gracias, Antonio. Un saludo.