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Mi amigo Damián Flores. He hablado varias veces de él en este blog: de los ex libris que me regaló hace unos años; de su estudio, lleno siempre de sorpresas y prodigios y de la exposición que dedicó, hace unos meses a Le Corbusier en la galería Siboney, de Santander.

El otro día estuve en su estudio y me enamoré de unos paisajes que pintó del natural este verano, sobre tacos de madera de roble.

Son paisajes de un extraño sosiego, llenos de luz, pintados en Campezo, en Álava, sobre trozos de madera destinada a leña. Me costó elegir uno de ellos, y al final me decidí por ese, arriba, La Muela se llama, con algo de literaria evocación, de sugerencia. 

Me encantó, la nota de Damián en el hueco que dejaba, “Marchamalo lo tiene”, y el cuadrito, esa noche, en uno de los estantes de mi casa, donde encajó como si siempre hubiera estado allí.
Y me encantó esa historia del ajo que -me contó Damián- frotaba en la madera un rato antes de pintar, para imprimarla.
No me resistí a la tentación de olerla, y sí, algo en ella olía a ajo. A verano. A mañana de sol, a caminata, temprano, por el campo, a viento, a bosque, a nubes de tormenta… Es lo que tiene, pintar del natural. 

8 pensamientos en “Pintar del natural

  1. Son preciosos(el tuyo en especial).Acabo de adquirir un cuadro de Damián(el cine Avenida,de Gijón),y quería aprovechar para agradecértelo,pues he llegado a su obra gracias a tí,con lo que además de disfrutar(y mucho!)de tu blog,te debo el disfrute de este gran artista.

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